miércoles, 16 de julio de 2008

LA ISLA DEL DIABLO

La carrera cinematográfica de Juan Piquer Simón es toda una anomalía.
Contra viento y marea, ha mantenido inamovibles su fe en el cine de género a lo largo todos estos años y el tiempo ha terminado dándole la razón. Mientras su obra sigue siendo editada y vista, la mayoría de colegas que le miraban por encima del hombro sufren hoy un más que merecido olvido.

En 1977 se estrenó "La guerra de la galaxias". Supuso una revolución del concepto visual del cine de ciencia ficción y aventuras.
La respuesta de J.P. Simón, en su debut como director, fue rodar con una nueva versión de "Viaje al centro de la tierra" con un presupuesto bastante ajustado. Reivindicando el cartón piedra y los monstruos de goma, aún en los nuevos tiempos que corrían.
Salio indemne del enfrentamiento y su película obtuvo buenos ingresos.

Siguió una larga filmografía siempre contra los gustos del público y la política cinematográfica del país y siempre saliendo bien parado (o casi)

Así, casi 20 años después, en 1995, seguía queriendo vender a los niños "La isla del diablo" el mismo cine de aventuras clásico como si mangas, Supernintendos, o infografía nunca hubiesen existido.
Entre medias cerca una docena de películas en llenas de terribles tormentas, caníbales y volcanes en erupción.


Pero es "La isla del diablo" a la que quiero dedicar esta entrada. Está película, rodada integramente en la costa de Valencia y parte de un proyecto para crear en la esa provincia una factoría cinematográfica para producir...
Exacto.Nuevas adaptaciones de Salgari, Verne y otros clásicos de la aventura exótica en el siglo XXI. No pudo ser.
Está película. además de buen número de siempre disfrutables piratas y caníbales, cuenta con la aparición estelar de al menos dos Tikis. Probablemente por la primera y única vez en la historia de la cinematografía española, tan poco dada a lo exótico.
Es cierto que el estilo de las tallas no es de mis preferidos, aunque he visto cosas peores de ciertos artistas neo-tiki.
Tienen también un par de detalles bastante chirriantes, que por el bien del mito, espero que las imágenes disimulen piadosamente.




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